Voy a serte sincero

Voy a serte sincero. Tengo miedo a darte más de lo que puedo darte, de entregarme o de saltar al vacio. Me pierdo con enorme facilidad entre indicaciones confusas. Estoy siguiendo unas huellas marcadas en el desierto y me encuentro con un laberinto a modo de jardín que brota desde lo estéril del suelo que piso. Es precioso, pero intrincado y cuyos pasadizos lo mismo me pueden llevar tanto a una preciosa salida al otro lado, como a enredarme hasta la eternidad entre sus fauces.

Hay algo en ti que me susurra al oido que entre, pero otra parte tuya me sugiere lo contrario. hay algo en ti que me muestra lo cálida que eres. Me siento a gusto entre tus manos y sueño despierto con que me sujetas con ellas la cabeza. Me pierdo en una nube, con esa cara de lelo, de dejarse amar... me emboba cuando tu mirada y tu sonrisa, cómplices, me regalan un abrazo impetuoso. Escondido entre palabras, entre gestos, agazapado entre dimes y diretes...estoy aquí.

Voy a serte sincero. Los juegos de tiras y aflojas a veces me sobran y me gustaría que todo cambiase para que pudiese acariciarte y quitarte la "armadura oxidada". Desnudarte emocional y literalmente. Dormir abrazado a ti toda la noche. Voy a serte sincero, hay algo en ti que me corroe en intenso gusto.



La petite mort

Y sacado del gran blog Desangrando atardeceres, aquí os dejo una pieza de arte que recoge en gran medida un cierto grado de mi Visión Erótica...palabras en movimiento que recrean imágenes que se instalan en nuestra mente, a camino entre el recuerdo y la fantasía...

Desgranando secciones cerebrales (5ª parte)

Y después de mucho tiempo, vuelvo a mi adicción...que por cierto, pude comprobar que la mejor terapia para alejarse de tan magnífica droga es un buen ataque de rhinovirus. Durante este tiempo no he cavilado sobre ninguna historia y las únicas vueltas que daba era sobre mí mismo en la cama. Pero viendo las noticias, supe que la siguiente parte de mi "desgranando secciones cerebrales" (que cada vez se convierte un poco más en un diario personal) tenía que hacer referencia a un par de cosas que me sacan de quicio (aunque por supuesto hay muuuuchas más). En primer lugar, me gustaría mostrar mi repulsa hacia el asesinato de Álvaro Ussía y hacia cualquier tipo de violencia u opinión por la fuerva bruta. Pero hay algo en este caso que no llego a soportar. Me parecen geniales todas las medidas que actualmente se están llevando a cabo, incluida la última, que transformará el local en una biblioteca que llevará el nombre de la víctima. Ahora bien, me fastidia enormemente que haya tenido que ocurrirle a un joven de buena posición para que el ayuntamiento de Madrid comience ahora a cortar cabezas. ¿Qué demonios pasa con los otros chicos que han sido golpeados, incluso algunos hasta la muerte? ¿Por qué no se tomaron medidas en ese momento?¿Sólo porque no les importa a nadie, ni sus familias pueden ejercer la presión que ejercen otros?...En fin, no me quiero meter tampoco a levantar ampollas ni quiero una partida de personas asustadas por lo que digo...El otro asunto que me indigna es el típico comentario en las noticias de..."seguimos pendiente de la situación de los ESPAÑOLES en..." Lo digo porque, en fin, ¿no podemos estar pendientes de la situación sin más? ¿acaso los españoles que se encuentran en una zona de conflicto son mejores que los que viven allí?¿No nos debería preocupar por igual la situación de los habitantes de la zona? ¿No son personas también?...Quizás sólo sea que soy un gruñón que le saca punta a todo...

Desgranando secciones cerebrales (4ª parte)

Y el tiempo pasa, y los recuerdos los vamos acumulando tanto en las estanterías oxidadas de nuestro cerebro, como en las cajas de un trastero lleno de polvo y opiliones (arácnidos más conocidos como morgaños, por lo menos en mi tierra). Ya tocaba: limpieza de trastero y visualización de miles de cosas antaño queridas y conservadas en el olvido. Me topé con viejos sentimientos, viejas fotos, viajas costumbres y viejos dibujos...de los cuales me ha parecido curioso ver cómo cambió mi estilo y lo abandonada que dejé dicha afición. Os muestro unos bocetos de una serie de "hadas" que dibujé en el 2005. Ala, desgranada otra parte de mi sección cerebral: mi deseo por dibujar y mi perrez por hacerlo.

Sábanas colgadas en los balcones


Se abre la escena, aparece una cama de sábanas blancas vista desde arriba. Justo en el centro, dos cuerpos desnudos, el tuyo y el mio. Mi cabeza descansa en tu sinuoso pecho. Tú me acaricias el pelo, jugando con los rizos rebeldes. Mi brazo rodea tu cadera y nuestras piernas se entremezclan en enmarañada confianza poética. Las sábanas están revueltas y se precipitan en cascada al pie de la cama. Domina el silencio que nos regala la certeza de nuestra complicidad. Mi mente, apoltronada, sólo ve figuras borrosas y una piel a ojo de lupa, un ombligo algo más allá que absorbe todo mi deseo. Pienso en todo lo que te quiero decir. Resulta que no puedo decirte nada. Cada palabra que salga por mi boca puede ser el punto que rompa la terrible perfección del momento. Hasta un "te amo" sobraría, ya desgastado, en nuestra blanca habitación. Es el silencio y las caricias la mejor manera que tenemos de hablarnos. Mientras comienzo el viaje por el interior de tus eternos muslos, me dejo caer en la somnolencia de tu jugueteo con mi pelo. Miro hacia arriba, me sonries, nos besamos, me sujetas la cara, nos perdemos en el río de las sábanas y caemos por la cascada...

Sin_tí-tulo

Por las noches cálidas de nuestros cuerpos. Por la complejidad y sencillez tuya y mía. Por las turbulencias en un mar alejado y la sequía en tus abrazos. Por esas tardes eternas de café edulcorado. Por las tardes tranquilas de relojes muertos. Por tus incoherencias. Por las mias. Por embarcarnos hacia la cascada sin cinturones de seguridad. Por volar tan alto hasta perder de vista el suelo. Por las canciones de un disco rayado amenizando la cena. Por nuestras convergencias y nuestras divergencias. Por nuestra libertad, absurda libertad. Por perdernos entre las calles de una ciudad prohibida. Por todas esas veces que te dije "te quiero". Por todas esas veces que me dijiste "cielo". Por el azul de las aguas donde nos bañamos, limpiando nuestros cuerpos de leche. Por los bailes entre luces de neón. Por tus susurros. Por todo aquello que NOS quisimos dar. Por todo aquello que NO quisimos dar. Por las carreteras recorridas y que quedaron muy atrás. Por todo y por nada. Por la mujer que eres. Por el hombre que soy. Hemos terminado.

Humor entre difuntos

Caso 1. Análisis de contexto: el sildenafil, más conocido como viagra, pretendía ser en un principio un regulador de la hipertensión y como paliativo a la angina de pecho. Resultó que las mujeres de los receptores acababan muy contentas con el experimento y pedían que no se concluyese el mismo.

Señor X: enfermo terminal, con problemas cardiacos cuya esperanza de vida ronda el 0%.

Actuación clínica: dosis, desconozco el porqué, de una sustancia similar a la anteriormente mencionada poco antes de la defunción del señor X.

Resultado: dos hijas desconsoladas y preocupadas por el hecho de no poder bajar, ni con diferentes utensilios de peso, el miembro mega-erecto de su padre; teniendo que cancelar el deseo que tenían las mismas de mostrar al difunto con el ataud abierto (me pregunto si el ataúd pudo llegar a cerrarse...) y con una denuncia al hospital.

Caso 2. Análisis de contexto: es conocido, aunque sorprendente, el hecho de que algunos muertos, no solo dejan de vivir, sino que durante un tiempo pueden expulsar el aire guardado en los pulmones, defecar, incluso sufrir una erección, y por supuesto, tirarse un rotundo pedo.

Señor Y: difunto de etnia gitana, sin ninguna actuación clínica dudosa, que reposa en el velatorio rodeado por todos sus seres queridos.

Hecho: el difunto, haciendo alarde de los posibles mencionados, rompe el continuo llanto con un más que sonoro pedo.

Resultado: todos los familiares, amigos, conocidos, vecinos, etc salen despavoridos y con un color blanco pulcro en sus caras, huyendo como si de sus vidas se tratese del fantasmagórico tanatorio.

Atemporal 20.0

Han pasado veinte años desde la última vez que nos vimos. Tu pelo se ha vuelto plata, olvidando su color azabache. Tu piel está dibujada por arrugas, como un gran desierto que esconde grandes secretos. Tus ojos se han vuelto profundos, mucho más de lo que recuerdo, penetrantes y apacibles, como si con el paso del tiempo se hubiese encontrado la mezcla perfecta. Ya no eres tan alta y te aproximas cada vez más a la Madre Tierra. Tus movimientos parece que dejaron de ser rápidos y firmes...ahora son pausados, como si saboreasen cada paso. Tus dientes cayeron, y en su lugar hay una blanca sonrisa de quita y pon. Ya no vistes igual, dejaste tu ropa colorida y que mostraba generosas partes al descubierto, y prefieres algo más formal, práctico y recatado. El olor a champú no es el que tengo grabado en mi memoria. Tus besos no son iguales...ni peores, ni mejores, sólo distintos.

Han pasado veinte años, y tu imagen no es la que guardaba en mi recuerdo. Aún así, sigues siendo tú. Aún así, te sigo amando y deseando como el primer día.


Solo en el azul


Y aquí me tienes, encerrado entre un beso y la nada. Día y noche, tu recuerdo sigue en mí. Tus cálidos labios que una noche robé entre tus sueños y los míos, me calienta el corazón y me lo enfría al mismo tiempo.

Solté las amarras del barco, te dejé sola para que pudieses navegar. Yo naufrago, con mi barquita, sin rumbo fijo. Dos remos como mecanismo, esperando que algún día, en el inmenso mar, nos crucemos a solas.

Al ver tu piel, todo está de color anaranjado. Mi dedo recorre palmo a palmo mi fuente de inspiración. Pero tú no estás conmigo, y no te puedo raptar.

El sol aprieta. Mi barca vara conmigo deshidratado dentro y bebo gotas de fotografías que mantengo guardadas en la sala oscura de mi corazón.

Tengo mi barca, tengo dos remos, fotografías que se consumen y que me sirven de fuel para seguir remando, me tengo a mí y tengo un horizonte a batir. Tanto si estás como si no, remaré con fuerza, rebasando el infinito, usando tu recuerdo y mis fotografías como combustible.

Parábola del burro

Kharim no podía creer que la prematura muerte de su padre, el rey Duhalim, le convertiría a él, jefe de Estado con tan sólo 15 años. Idolatraba a su padre. Fue un gran líder, llevó a su pueblo a alcanzar cotas de bienestar impensables para la época, donde la igualdad, empezando por ellos mismos, era una máxima. Fatima, la madre de Kharim, no podía asumir ni el cargo de reina y el de regente, puesto que se hayaba postrada en cama en la fase terminal de una extraña enfermedad. El joven príncipe, e inmediato rey, debía aprehender cómo dirigir una nación sin haber tenido tiempo si quiera de asimilar el fallecimiento de su padre. Cuando le dieron la fatídica noticia, junto con el programa al cual debería llegar lo suficientemente preparado, Kharim explotó de pavor y no pudo más que salir corriendo, gritando a corazón abierto su incapacidad para ser rey. Llorando en los Jardines Reales fue donde Foued, su gran consejero y amigo, lo encontró.

- Sólo soy un niño príncipe, Foued, no puedo llegar a ser el rey que fue mi padre - le confesó Kharim entre sollozos.

- ¿Sabe, majestad, cómo consigue el hombre que el burro suba la montaña?...la bestia, por sí misma, sólo ve la montaña y se niega a poder alcanzar dicha altitud, ¡porque no es capaz! Es por eso que siempre lleva las anteojeras, así sólo mira al suelo y consigue, paso a paso, alcanzar la cima más alta que se le presente - le respondió Foued.

Hate (homenaje a la semana del odio)

Sigue obligando, imponiendo su criterio, pensando que si más grita, más razón tendrá. No vuelvas a agarrarme el brazo. Mientras su jodida y huesuda mano está alrededor de mi brazo, "indicando" que es él el que manda y a quien tengo que rendir pleitesía, mi puño se cierra tanto, tanto, que las uñas comienzan a clavarse muy hondo en mi piel. Mi mandíbula rechina, por la tensión, cada vez más acumulada, que noto sobre todo cómo se prolonga en mi brazo, cómo si estuviese dejando de ser parte de mí. Comienza a temblar, no por nervios, sino porque ya no puede albegar más odio. Tiene que explotar. A pesar de escucharse como ruido de fondo su odioso sonsoneque del "ordenoymando", se sigue metiendo directo como un sonido más que estridente en lo más profundo de mi alma. No me relajo, a pesar de inspirar hondo. Cállate, cierra tu jodida boca ya y sobre todo, suéltame ... suél-ta-me ... como quien enciende una cerilla, su última "grandiosa" sentencia sirve de chispa. En su interior ve con toda claridad, a cámara lenta, el nacimiento del fuego de la cabeza de la cerilla. Mi brazo actúa a voluntad propia, arranco mi extremidad de entre su asquerosa mano, mientras mi otro brazo se posiciona con el puño tan cerrado que a penas se detallan los dedos. Él pierde su postura erguida por lo inesperado del rápido movimiento. Su cara: el objetivo directo de la fuerza acumulada. Cae en seco, y se queda tirado sin moverse. Yo respiro entrecortado..."¡Que no me toques, gilipollas!"

Tentación

He venido yo solo al bar de mi camarera de labios exultantes. Me he sentado en una de las mesas altas del centro. Justo entonces entra ella, con él. Desde el primer momento en que la puerta comenzó a abrirse, mis ojos se clavaron en los suyos. Los de ella se clavaron en los mios. Rie, en la barra, con su pareja, pero su mirada se dirige a mí. Debería dejar de mirarla, pero mi razón no concuerda con mi deseo. Su mirada se vuelve cada vez más felina. Cuida al detalle sus gestos. Desde mi pequeña mesa en el centro, veo que su continuo jugueteo con el pelo me lo lanza a mí, y no a él. Me siento tenso. Me gusta. Me asusta.


Ha empezado a morder la pajita del mojito que mi camarera le sirvió. En un momento, se ha mordido un poco el labio, como queriendo esconder un deseo incontrolable, ardiente, que va creciendo en ella. Se le ve cada vez más alejada de la conversación y más preocupada por responder a mis ojos.


Ahora parece calmada. Me ha dedicado una sonrisa, algo más que picarona. "Voy al servicio", rescato de entre sus labios. Él se apoya, inocente, en la barra y continúa bebiendo su refrescante mojito. Dios, joder, se está acercando...pasa cerca, muy cerca,...se detiene justo a mi lado, algo adelantada. Me acaricia la mano. Me quedo helado en movimiento, ardiente en pasión. "Te espero", me susurra y se va como el humo....Miro fíjamente la puerta del servicio de chicas...y ahora, ¿qué hago?

Desgranando secciones cerebrales (3ª parte)


Me gusta caminar a solas por la noche. Claro está, es algo que puedo hacer ahora, ya veremos cuando esté en Madrid. Un silencio maravilloso. Nadie por las calles, ni un ruido. Caminar por la noche me regala todo lo necesario para poder pensar sin interferencias. Casi nunca llego a ninguna conclusión, porque suelo quedarme embobado en la belleza nocturna.

De entre el baúl que tengo por cabeza, encontré un miedo y un deseo, que se unen siendo el mismo: ese beso que pare el tiempo. J'ai peur. Todo lo que me ha pasado, a lo largo de mi vida, todo quedó ya en pasado. Siento que de vez en cuando es necesario un formateo. Quiero darle al reset, poner el contador a cero, desde la Puerta del Sol, desde el Km 0. Donde todo lo que haya antes no deba preocuparme, tan sólo lo que ocurra a partir de entonces.

El blog es ahora mi gran aliado, mi gran adicción. Aquí escupo lo que pienso, lo que siento, lo que supuestamente he llegado a sentir, lo que sentiré, lo que me imagino, lo que me da la real gana, lo que he visto...Pero no soy sincero; casi nunca me expongo en realidad, aunque parezca lo contrario. Tengo un gran miedo: la soledad, en todos su sentido. Me gusta estar solo y, desde luego en mi situación actual, lo valoro como si de oro se tratase; pero el sentimiento de soledad...duele tan tan tan profundo, que le tengo verdadero pánico. Y hasta aquí puedo leer, porque más no quiero desnudarme. Descansen señores, y no lloren por el final del domingo, porque surge una semana nueva en cuyas postrimerías nacerá un nuevo fin de semana.

Tu Voyeur

Me he vuelto invisible. Como cualquier otro, lo primero que hice fue ir a verte. Esperé sentado durante toda la tarde, frente a tu puerta, hasta que llegaste. Me coloqué tan cerca de ti, mientras abrías la puerta, que llegaste a sentir mi respiración. Te volviste, me asusté. Tu mirada hacia ningún lugar. Mi mirada clavada en tus ojos. Soy invisible, pero seguía notando mi corazón a mil. Reanudaste tu acción y entraste. Dos milésimas de segundo más tarde, yo detrás. ¿Qué estaba haciendo? Tu intimidad rota. He antepuesto mi deseo a tus derechos. Te he visto estirarte, preparar la comida mientras cantabas de vez en cuando las canciones de la radio. Suena tu canción preferida. Lo dejas todo. Subes el volumen y empiezas a bailar y cantar a lo loco. “Think” de Aretha Franklin, quién no lo haría, si hasta lo estoy haciendo yo, con cuidado de no chocarme contigo ni tirar nada. Terminas de saborear tu cena, que te has comido vorazmente con las piernas cruzadas en el sofá. Te has duchado. No te quisiste mojar el pelo. Pronto te acostarás. Pantalón corto y top ligero. Pasas como media hora zapeando, hasta que los bostezos son más numerosos que el número de canales. Apagas y te diriges a tu cuarto. Te quitas la ropa y a dormir. Estoy en el rincón. Quisiera acercarme y hacerte el amor, como si de un sueño se tratase. Te despertarías alterada, sofocada, asustada por lo real del sueño, pero feliz. Prefiero dormir aquí, lejos de ti, no sea que por la noche me abraces y te des cuenta de mi presencia. Duerme, bonita. Hasta mañana.

Dime qué siento


En días como los de hoy, siento que las microscópicas terminaciones nerviosas se han acercado lo máximo posible a mi piel. En estado de hipersensibilidad siento que estoy. Si me rozas, seguramente me hagas daño. Noto que las lágrimas se acumulan, las noto justo detrás de los párpados. No se atreven a salir, no me preguntes por qué. Acaricio tu piel, la imagen de ella, en la distancia física y temporal. Noto que mi alma llora por dentro, en un universo paralelo, pegadoa mí sin tocarme. No estoy feliz. No estoy triste. Estoy sensible. Siento...no lo sé. Es como si todo estuviese bien, no hay nada irregular, espantoso o triste en mi vida; sin embargo, tras las cortinas del salón de mi ser, a oscuras, a solas, algo exoste; y marca su fuerza en toda la casa. Es la lluvia otoñal la que espero que consiga limpiarlo todo, como siempre hace. Me afecta...ser humano.

El tiempo no es más que el camino que me lleva a ir descubriendo mi vida, pero a veces se queda parada. Hay que ponerle pilas y ajustar de nuevo la hora. El tic-tac de mi corazón anda descompensado, y no creo que haya relojero capaz de averiguar dónde se encuentra la averia, porque ni siquiera creo que exista alguna...Las lágrimas se acumulan por segundos; la sensibilidad, por minutos; la irracionalidad por horas...tic-tac, pum-pum...y yo sin saber qué pasa.

Dime
qué
hora
es...

La camarera de mis labios

Cuando todo parecía haber acabado, cuando mi copa de hielos juguetones era mi única compañía de este bar, apareciste de nuevo: mi camarera de labios exultantes, de vuelta al bar con lámparas de piel. Mi corazón estaba a punto de explotar, me sentí bloqueado por la figura de detrás de la barra que ya casi había olvidado. A todo esto le siguió una alegría deprimente. Eres mi felicidad. Vuelvo a tenerte en unos sueños olvidados, prohibidos.

Limpias la mesa en frente de mí. Tu cuerpo, agachado, simplemente me llama a voces. Un mechón de pelo cae sobre tu cara. Tu brazo perfecto recorre enérgico la superficie de cristal. Dejas al descubierto un escote inocente que muestra lo más bello de unos senos de dulce piel. Me pregunto qué no daría yo por poder desnudarte y descubrir lo que tu ropa esconde.

Recoges y con toda ligereza vuelves detrás de la barra, donde te sientes más segura. "Bésame" quisiera gritarte. Quisiera que me hicieras caso, que me sonrieses, que me sujetases la cabeza con tus divinas manos, con dulzura, me mirases unos segundos y me besases con toda esa fuerza que rebosas.

Me imagino tumbarte en la barra, besarte la tripa que tu top dejó al descubierto, el pircing que decora tu ombligo es mi juguete, el sobresalto de las caderas me inunda de pasión, de más deseo. Desnuda, te moldeo, remarco tus curvas, perfilo los detalles, me adentro en ti. Te dejas hacer, me dejas besarte. Me abrazas tumbada, me muerdes la oreja. "Te deseo", me susurras mientras cierro los ojos...Abro los ojos, todo está abarrotado. Tú me miras sonriente esperando una contestación.

- Que qué quieres, astronauta
- ...(a ti) una caña, "plis"... (y si puedes, de aperitivo...la camarera)