La cocinera

Tararea una canción mientras prepara algo para comer. El sol entra justo por la ventan de la izquierda e incide a modo de foco sobre el esbelto cuello de su figura. Es la protagonista. Yo la observo a su espalda. Es preciosa. Sigue en su mundo con una canción grabada en su mente y una feliz sonrisa en su interior. Sonrisa que emerge a la superficie al sentir que la rodeo entre mis brazos y pego mis labios a su cuello. Suelta el cuchillo y me acaricia la cara sin volverse. Nos balanceamos como en un barco... ffffffffu hacia la izquierda fffffffu hacia la derecha....deja caer su cabeza, para que la bese mejor. Desde atrás, le desabrocho dos botones, los suficientes para poder dejar al descubierto uno de sus hombros. Se muerde el labio. Lo puedo ver porqueha girado su cabeza con los ojos cerrados. Le levanto la camisa desde abajo, sin quitársela. Su columna es el precioso camino renacentista que merece mucho más que ser besado...he viajado por tu espalda y he llegado de vuelta al cuello. Mis grandes manos lo masajean. Contrasta la tensión con la suavidad. Siento que te deshaces, justo como me pasó a mí al verte desde la puerta, con tu canción tarareada, con tu pelo recogido, con tu figura casi insultante. Creo que hoy comeremos más tarde...