Closed

Tienes el cartel de "cerrado". He llegado tarde, o temprano, la verdad es que lo sé muy bien. Yo sigo golpeando la puerta de cristal con mis nudillos, para que sepas que estoy ahí, y que, para mi fortuna, gires el cartelito del rojo al verde "abierto". Te percatas de mi presencia, me sonries muy cálidamente...pero está cerrado; sólo puedes hacerme un pequeño gesto encogiendo los hombres y expresando un "lo siento" en tu rostro. Me encantaría poder conocer lo que hay detrás del cristal, pero no sé qué hacer. Si llego a esperar, y resulta que está cerrado, es posible que me congele por el frio que hace aquí fuera. Está claro que no es mi hora, pero ¿lo será dentro de poco o ya pasó mi oportunidad para entrar? Me muerdo la uña del dedo pulgar, con cierto nerviosismo, elucubrando una manera de llegar a entrar. Sólo me separa un cristal...¿y si lo rompiese con una de estas piedras que me acompañan por el camino? Es posible, entonces, que te haga daño con los pequeños cristales que salgan proyectados...¿qué puedo hacer? En realidad sólo contemplo dos opciones que me están matando: (1) seguir por la calle y perder la oportunidad de entrar en la tienda (si es que existe alguna) y (2) esperar y morir congelado (porque la verdad es que no me traje demasiado abrigo). En la desesperación de quien ve en las dos opciones las mismas ventajas que incovenientes, me quedo rígido, inmóvil, sin saber qué hacer, y mirando fíjamente lo único que realmente me ha quedado claro: el cartel de "cerrado".