Jules et Jim

La pasada tarde, como merecida recompensa, disfruté de una buena película con una mejor compañía. El film que saboreamos fue una película francesa de 1962 dirigida por François Truffaut: Jules et Jim. El trío protagonista fue magistralmente protagonizado por Oskar Werner, Henri Serre y Jeanne Moreau. Dicha película, por lo que se ve, formó parte importante, según la wikipedia, del movimiento cinematográfico denominado Nouvelle vague.
Como siempre evito hacer interpretaciones críticas sobre lo que leo, veo, disfruto o sufro...y como dije con Kafka en la orilla, esta obra merece ser vista. Desde mi punto de vista, innovadora, sabedora de ser grande, una sonrisa imperecedera nos muestra el "Torbellino de la vida", como nos canta su protagonista en la misma película. Con ella os dejo, no sin antes contaros la curiosidad de que una de las escenas de la película aparece en los primeros momentos de Amèlie, cuando ella nos cuenta que le gusta darse cuenta de pequeños detalles en las películas que el resto del mundo ignora.
Buenos días mañaneros, buenas tardes senescentes, buenas noches insomnes.

Kafka y yo en la orilla

Qué gozada...Tumbado en la cama, con la espalda apollada en la pared, escuchando a Beethoven, tomándome un licor de Crema Catalana y leyendo "Kafka en la orilla" de Haruki Murakami...
Estaba revoloteando sobre mi cabeza desde hacía mucho tiempo. Sin embargo, como ocurre muchas veces, nuestros ojos se vuelven ciegos ante las nuevas oportunidades. Fue una casualidad la que me hizo observador de manera súbita. La espera en la estación de buses me llevó a ojear, por ojear, la librería. Un libro vino a mis ojos y, cual interruptor, provocó en mí el ON en la memoria. "Sputnik, mi amor"...lo conocía, no lo había leído, no sabía de qué...pero lo conocía. Me anoté mentalmente "Sput-nik, mi-a-mor...Ha-ru-ki...Mu-ra-ka-mi". Esperé a comprobar si la biblioteca disponía del libro (curiosamente, una biblioteca tiene gran peso en la obra). Tras diversas caras raras por parte de la bibliotecaria, que se ve que mucho conocimiento literario no tenía, descubrimos que Murakami estaba en el catálogo, era la obra la que no estaba. Pensé entonces...bueno "Tokio blues" es otra gran opción, pero por desgracia estaba prestada....mmmmm...En defecto de las anteriores, llegó a mis manos "Kafka en la orilla". Sinceramente, no disfrutaba tanto con un libro desde que lei "La elegancia del erizo". Este libro se saborea con cada párrafo. Uno de ellos, sin haberlo previsto, se asemeja en contenido al anterior post que publiqué:

"Sujetos estrechos de miras, intolerantes y sin imaginación. Tesis desconectadas de la realidad, terminología vacía, ideales usurpados, sistemas inflexibles. Son estas cosas las que a mí, realmente, me da miedo. Son estas cosas las que yo temo y odio con todo mi corazón. Es importante saber qué es correcto y qué no lo es, por supuesto. Sin embargo, los errores de juicio personales pueden corregirse en la mayoría de los casos. Si uno tiene la valentía de reconocer su error, las cosas, generalmente, se pueden arreglar. Pero la estrechez de miras y la intolerancia de la gente sin imaginación son igual que parásitos. Provoca cambios en el cuerpo que les acoge y, mudando de forma, se reproducen hasta el infinito. Y eso no hay manera de detenerlo. Y yo, semejantes sujetos, no quiero que entren aquí."

No pretendo escribir una crítica, ni de lejos. Yo no soy crítico de nada, sólo quiero dar a conocer aquellas cosas que despiertan "algo" en mí, compartir lo bueno que hay en el mundo...así que termino aquí. ¡Qué mejor que acabar con Murakami, que es uno de los placeres de la vida!