Hijo de la Luna

De su cuerpo surgió la semilla de una nueva vida.

"Ahora yo te cuidaré, para siempre. Serás mi protegido y te daré amor para que sepas amar, y te hablaré para que sepas escuchar, y te dejaré hablar para que muestres tu opinión, reiremos cuando te caigas para que no sufras cuando te hagas daño, y sobre todo, te soltaré para que vueles"

Tanto había esperado ser madre, tanto soñado con sostener a su hijo...sus brazos cunean el amor que profesa, y todo es blanco a su alrededor.

"Nadie te amará más que yo, nadie nadie nadie. Eres mi Sol, la única razón de ser, sin ti, nada tiene sentido"

Tanto era así, que su mente le jugó una mala pasada. Quizás fuera esa incomprensible fuerza que nos empuja a autosalvarnos o simplemente una rama más de la locura, la explicación del por qué carece de importancia. La enfermera posa su mano cálida sobre el hombro de Caty.

"Vamos Caty, es hora de tomarte tu medicación" "Sí, sí...la medicación, pero tengo que darle la leche a mi niño" "Claro, Caty, pero antes, tómatelas, ¿vale?, ¿me harías ese favor?"

La enorme sonrisa que desprendía la enfermera no hacía más que aumentar ese halo blancuzco que circundaba el ambiente. Caty se tomó las pastillas. Quedó dormida y fue entonces cuando el mundo que alguien llamó una vez de los locos volvió a existir. Su mente jugaba entre los laberintos recónditos, haciendo que la pérdida de su recién nacido quedase en una sala olvidada. ¿Quién sabe si ésta es la mejor manera de sobrevivir cuando te quitaron algo más que la vida?