Extracto de Cuaderno de viaje (I)

1/08/2010
Moscú
12:15 hora local.
EN EL METRO DE MOSCÚ SE VENDEN GATOS

Tirados en un sofá de invierno en una ciudad que experimenta su verano más asfixiante. Estamos recuperando algo de energía para lo que nos toca a partir de luego: 2 horas para llegar al aeropuerto más 8 horas de vuelo hasta Jabarovsk más 7 horas en bus soviético por carreteras soviéticas. Ayer fue día de visita por Moscú. Una visita rápida, porque el cansancio no desaparece y porque en Rusia el espacio en las ciudades brilla de una forma inigual: calles que parecen haber sido dilatadas, tanto en lo ancho como en longitud, hasta el extremo. Esta inmensidad en la planicie se rompe por edificios enormes, magníficos y con mucha simetría estructural. Dasha me cuenta que, como muchos otros edificios y carreteras (o incluso el transiberiano) fueron construidos sobre los huesos de los rusos. Stalin quería demostrar su fuerza tras la IIGM, pero Rusia, al igual que el resto de Europa, era un país pobre, no recuperado ni por mucho de la guerra. Los miles de trabajadores que habían sobrevivido a la guerra perecían o se suicidaban bajo las nuevas condiciones, inmersos en la loca demostración de fuerza de un dictador. Esto me hace pensar que las grandes construcciones con un trasfondo malévolo, son las que más turistas registran al año y, por tanto, más capital a un país.
De trayecto por el metro, me fijo en las caras mientras el estruendo del vagón hace su presencia total en la escena. Son caras serias, como de preocupación y desconfianza. Apenas habla la gente y no sé muy bien si es porque el ruido se lo impide (es tremendamente difícil hablar en el metro de Moscú) o más bien se debe a que sus pensamientos hacen que no tengan nada que decir. Este es el hombre ruso, un hombre preocupado, envuelto en miles de pensamientos y problemas. Colia, el amigo de Dasha y creo opinar que un gran hombre, nos dice que en una encuesta a estudiantes universitarios, los americanos eran más felices que los rusos, pero que cuando se les presentaba problemas importantes, los primeros se hundían en la depresión, mientras que los segundos lo afrontaban con grandiosa filosofía.
Mientras paseamos, me da la sensación de que las mujeres rusas están matriculadas en una especie de competición interna de belleza, y van "perfectas": maquilladas, entaconadas y vestidas con sus mejores prendas y perfumes. ¿Será así como deben captar la atención de los preocupados hombres rusos?...

PD: El título del extracto tiene sentido unos párrafos más adelante y que de momento no publico, que con lo que he escrito ya es suficiente.