Las Candelas

Nunca suelo ir a las Candelas. Siempre o me pillaba fuera o me pillaba en exámenes. Es una tradición como otra más. Quemar los malos espíritus a través de una pantaruja ardiendo, consumiéndose en el proceso. No tiene la espectacularidad de las Fallas, tampoco me importa. Es el simple hecho de sentir el abrasador fuego cerca. Recuerdo que de pequeño me fascinaba, me quedaba mirando a cada una de esas llamas, vivas, aleatorias, sin parar, subiendo hacia lo más alto. Recuerdo jugar a mantenerme el máximo tiempo posible, sin moverme, para ver cuánto soportaba ese intenso calor, que en principio acariciaba mi piel y que después frotaba con fiereza. No sé desde cuándo la tradición juega con nosotros, ni el motivo exacto de porqué o quién la inventó. Pero me hace pensar en lo que somos, en nuestros inicios como humanos, alrededor de un fuego, "dominando la naturaleza". ¿Por qué nos sentimos vivos? ¿o sólo lo hago yo? Es el primer paso de nuestra evolución, el primer punto de evolución cultural. A partir de entonces hemos evolucionado tecnológicamente a un ritmo verrtiginoso, mucho más que la evolución biológica (a colación destacar el monográfico de la Evolución que recoge Invetigación y Ciencia en el mes de Enero). En realidad, podríamos decir que seguimos siendo los mismos que los homínidos que descubrieron (porque no comparto eso de "inventar", que ya existía) el fuego...quizás con las Candelas rememoremos esa primera etapa...no tengo ni idea, ¡pero me gusta el calorcito que nos regala! ¡Arde Almendralejo, arde!