Ascensión directa al Infierno

En los albores de las dudas morales, me debato entro lo correcto y lo incorrecto, lo bueno y lo malo. Tras agotadoras horas de mucho pensar, de reafirmarme y rebatirme, llego a la conclusión de que jamás llegaré a ninguna conclusión. Busco respuestas y sólo encuentro preguntas. Y es cuando mi cerebro se colapsa de contradicciones, cuando simplemente decido ser. Comienzo así, a la hora del atardecer ya, a hacer aquello que deseo, tanto en lo bueno como en lo malo, y olvidarme de las cadenas morales que conductualmente se han impuesto a lo largo de mi vida. Libre de cadenas, puedo mirarme al espejo y decir "éste soy yo", la parte iluminada y la oscura fusionada en un único ser.
Encontrándonos ya en el anochecer, tras descubrir quién soy, asumo mi deseo de adentrarme en los infiernos a través de las puertas que Rodin, y ver qué hay detrás de esas flagrantes llamaradas de duración eterna. A medida que las pesadas puertas se van abriendo lentamente ante mí, mostrándome los secretos que durante tantos siglos se han encontrado ocultos, mi cara se va iluminando. Una tensión empieza a nacer en el fondo de algo que considero está siendo más persona que nunca, mi ser, mi sino. Un deseo prohibido me regala el tic tac de mi corazón, el bombeo de una sangre caliente y rojiza. Nado ahora en un mar de fuego, y me encanta. Buceo en las profundidades de las sensaciones más troposféricas, que curiosamente, abren un camino hacia el cielo. Es entonces cuando descubro que cielo e infierno están separados por una fina capa, y que aunque no veamos que se encuentra ahí, lo oscuro te lleva a la luz y la luz te lleva a lo oscuro.

Ven a mí, ven junto a mí. Acompáñame en el camino que nos invita a una interesante cena de fin incierto, con el siempre buen anfitrión Hades. Paradójicamente, en el tenebrismo de esta noche es cuando veo con mayor claridad; cuando mi pequeño diablo me dice "yo también estoy aquí, y yo también soy tú". Ahora eres libre como yo. Bailemos una danza de fuego que nos lleve en una ascensión directa a los infiernos más divinos.

Humo

Me siento en el cómodo sillón de la sala de estar, con un cigarro en la mano derecha, que dejo caer como si el cigarro pesase un quintal, y con una copa de vino en la otra, que está más proxima a la boca que a la mesa. En la última bocanada de humo, éste baila con suavidad frente a mis ojos, abriéndose camino por el aire y desapareciendo en la inmensidad del cuarto. Deja entrever la estantería llena de libros, de los cuales sólo la mitad me habré leido. Y con la misma firmeza que nada el humo por el aire, comienza a surgir de nuevo en mí los pensamientos que me llevaron a encender el cigarrillo. Durante mucho tiempo he vivido con ella. Lo justo para que la relación se encuadre perfectemante dentro de la monotonía. Yo he sentido en muchas ocasiones el impulso de la infidelidad, al igual que ella, estoy seguro, aunque ambos hallamos negado tal sugerencia cuando se hubiese tocado el tema. No me importa, por supuesto, todos somos humanos con nuestros propios deseos. Pero descubrir cosas que me ocultaba...
Vivo ensimismado en la posibilidad de engañar, de hecho es un recurso que he utilizado en algunas ocasiones, sobre todo si quería evitar algún daño (del tipo que fuese). Sé que resulta hipócrita abogar a la integridad de la verdad cuando ésta se tiene que exponer ante ti, pero correr un tupido velo cuando soy yo el que la tiene que exponer. Nos creemos en la posición perfecta de saber lo que se tiene que decir o no.

Creo que no tendría que decirle nada, en fin, ¿yo hago lo mismo, no? ¿Pero y si todo es un claro síntoma de una ruptura inminente? Esta incertidumbre es simplemente agobiante. Por un lado la idea de solventar esto de inmediato pese a las consecuencias me atrae (pero que mucho), pero en contraposición pienso que lo más sensato sería dejarlo pasar...

Mis pensamientos quedan interrumpidos cuando me percato de que la copa de vino, ya no es una copa de vino sino sólo una copa manchada con un color rosáceo en el fondo de la misma, y cuando el cigarrillo no es más un cigarrillo sino más bien una pre-colilla. El humo va desapareciendo, al igual que mis pensamientos. Y al mismo tiempo que adopto como solución más idónea la de dejarlo pasar, sin saber cómo, la melena roja de mi compañera de trabajo despierta una sensación interna de júbilo, excitación y deseo... En fin, mañana creo que me tomaré una copa cuando salga del trabajo...

Nana de Sevilla

Antes de nada, para la música del Ipod (es sencillo sólo tienes que darle al pause). Ahora sólo tienes que disfrutar de la canción que te va a regalar la cinta de radiocasette. Muchos ya la conoceis, puesto que es la que completa el trabajo del anuncio de Master Card. Está compuesta por Federico García Lorca, al piano, en 1931; y la voz es de Encarnación López Júlvez, más conocida como La Argentinita. Obra maestra sin duda. Yo me vuelvo niño de piel irascible cuando escucho la nana. Me dejo llevar por el canto de sirena. Dos grandes en el escenario. ¿Quién le diría a Lorca, cuando estuviese componiendo el poema, que 77 años más tarde sería la canción de un anuncio de carácter tan capitalista?
PD: Sube el volumen de tu altavoz para escucharla, y por favor, recuerda bajarlo luego!!




MusicPlaylist

Sin título


Solo dejo el cuadro de Frida Kahlo "Las Dos Fridas", porque por primera vez no tengo palabras para describir lo que siento. Quien quiera saber más sobre el cuadro, siempre puede buscar si le interesa.

Sólo te pido una noche


Sólo te pido una noche.

Una noche para que pueda regalarte caricias.

Una noche para sentirnos queridos, amados, deseados.

Una noche para hacerla eterna.

Una noche que nos regale el dia.

Una noche sin hablar.

Una noche de miradas.

Una noche de espaldas arqueadas.

Una noche de exhalaciones en la oscuridad.

Una noche de sudor, frio y calor.

Una noche guardada en nuestra memoria.

Una noche de ascensión a los cielos y caída directa al infierno.

Una noche para ti y para mi.

Una noche que comience pero que parezca que nunca termine.

Una noche de sábanas revueltas.

Una noche de regreso a lo ancestral.

Una noche de incienso, velas y sombras.

Una noche de juego para nuestra piel.

Una noche de palpitaciones de vida.

Una noche de tensiones relajantes.

Sólo te pido una noche para que nuestros cuerpos se sientan cuerpos, para que nuestros corazones se sientan corazones, para que nuestras piernas sean piernas de constantes abrazos, para que nuestros brazos sean brazos de constantes luchas, para que tu cuello sea mi dulce postre y el mio sea el tuyo,...

Solo te pido una noche para que nuestras cabezas bailen una extraña danza en la que tu frente quede pegada a la mía; para que no podamos evitar mirarnos; para que el bello silencio de dos cuerpos desnudos sea lo único que rompa la impoluta noche que te pido.

Labios

Te veo y no puedo dejar de centrar mi mirada en tus jugosos labios. Quiero besarte, no puedo evitarlo, quiero sentir la suave calidez de los carnosos labios que me han robado toda la atención. Te miro y te miro y no puedo apartar la vista. Te deseo, pero no puedo tocarte. Tu sigues ahí, trabajando, atendiendo a la gente en tu precioso bar, donde se respira un ambiente que tú misma impusiste a fuerza de tesón y amor. Yo no veo nada más que tu boca. A veces me deslizo por tu frágil cuello, igual de sensual, el mismo camino hacia mi perdición. Quisiera ser quien te desvista, quien te quite las pinzas del pelo y deje caer cual cascada tu melena rizada, símbolo de una sensualidad que brota por cada poro de tu dulce piel. Sólo quiero que me atiendas a mí, que todo el bar sea nuestra habitación. Que tu cuerpo se bañe por el rojo de las lámparas de piel, q tu cara muestre la mitad de su rostro, y juegue con las sombras mostrando unos labios exultantes, prominentes, tan...sabrosos. Me quema la piel. Me muero por sentirte. Cierro los ojos y respiro. Eres ese tesoro al que nunca podré llegar, eres el tiempo parado en tu sonrisa, eres el paso de una brisa refrescante...Me quedo aquí, silencioso, avergonzado de lo que siento, enmudecido por la diosa. Pero me hace feliz saber sólo que existes, que cuando quiera podré besarte en mis sueños, que siempre serás mi anhelo.