Deseo, mire donde mire te veo...

Algunos piensan que la felicidad se consigue cuando alcanzan sus deseos, cuando obtienen algo por lo que estuvieron luchando exacerbadamente. Y nada más lejos de la realidad, somos felices cuando estamos inmersos en esa búsqueda por conseguirlo. Y ahí está la explicación por lo que nunca paramos de tener anhelos y deseos, porque nunca estaremos plenamente felices por lo que lleguemos a conseguir, si no por lo que estamos consiguiendo (en gerundio).

Como muy bien redacta Eduardo Punset en su "Viaje a la felicidad", su perro muestra efusivamente su alegría cuando sabe que inminentemente va a tener un plato de comida, que su mayor deseo está a punto de cumplirse; pero, de repente, una vez comienza a paladear (si es que la voracidad se lo permite), se trankiliza, ya no mueve su cola, ni da saltos...ya lo consiguió.

Somos una bolsa enorme de deseos, de todo tipo, algunos menos confesables que otros. "Deseo con todo mi alma...", "deseo con todo mi corazón..." y es que el deseo no es material, no es palatable, ni se puede tocar, ni se puede ver o leer, tampoco se puede oler ni oir, el deseo escapa a nuestros sentidos y no lo saciaremos con los nuestros.

Porqué pretendemos obtener el deseo que anhelamos lo antes posible, si realmente, cuanto antes lo obtengamos, antes se nos irá la felicidad. Yo propongo, darles un gran ricón de nuestro ser; que rehabilitemos las zonas de nuestro cerebro. Me explico, si tenemos una "sala del odio", o del "rencor", pues que éstas sean redimensionadas, y que sean ocupadas por una gran y enorme "sala del deseo"...y que la llenemos. Después lo que toca, es poner una sala adyacente, también de grandes dimensiones, que sea la de la "voluntad de hacer". Y finalmente, sólo nos queda, luchar por conseguir todos los deseos que podamos, porque de esta forma estaremos ocupados en estar siempre feliz.

Realmente es una paranoia esto que acabo de escribir, que ni yo mismo me creo. Pero si tenemos que hacer frente a una insacible y continua explosión de deseos, pues mejor llevarlo con filosofía y saber que aún consiguiéndolos, no voy alcanzar la felicidad; que tenemos que buscar otros métodos más sencillos para llegar al mismo puerto. Que la felicidad no está en conseguir, si no en ser.