J'ai deux amours

No he desaparecido, sigo aquí. Sigo tan aquí, en este mundo, que el tiempo se me queda pequeño. Quien diga que los profesores no trabajan es claramente porque no ha trabajado de eso (si le importa su trabajo, claro). En muchas ocasiones me he plantado delante de la pantalla, con los dedos ansiosos por teclear; y tal como lo hice, baje la tapa del portátil y me fui a acostar, en busca de una nueva mañana.
Se podría deducir que ando estresado del párrafo anterior. No es eso. Sólo tiempo ocupado. Estos días me sirven para ir conociéndome poco a poco, ir desdibujando las pinceladas de realidad que nos rodean, el mundo que nos abraza y que, a veces, resulta tan extraño. Hace unos días alguien me dijo que no entendía cómo se ponían a manifestarse en la puerta del McDonald's contra el maltrato animal. Yo, mientras, pensaba: "pues porque quieren unas condiciones adecuadas para el desarrollo de los animales, etc". Entonces me sorprendió con lo que continuó diciendo: "¿Cómo es que pueden ponerse con eso cuando justo la misma calle está llena de putas"...A veces, nos centramos en corregir cosas en nuestra sociedad, olvidando que existen otras que causan más daño, que son más malignas y que existen mucho antes de que llegase nuestro capitalismo occidental actual.
Y dando un salto, dejando el tema a la deriva, ayer fui a un concierto de Madeleine Peyroux. La conocí hace ya un tiempo y al saber que venía a Madrid no dudé mucho en ir. Preciosa voz, nueva diva del jazz en nuestros tiempos, Madeleine arrancó aplausos, "guapas" y consiguió que la gente se levantase ante el poder de su embriagadora voz. Os dejo un video que alguien robó de la última canción extra que nos brindó.
Y con nada más que comentar (aunque muchas cosas en el tintero) os dejo hasta la próxima, intentando poder escribir más de lo que hago últimamente.
Buenas días mañaneros, buenas tardes semnescentes, buenas noches insomnes.