Desgranando secciones cerebrales (1ª parte)

Escuchando a Cibelle en su Green Grass, me asalta la melncolía de algo que nunca sucedió. Se encuentra dentro de mí, guardado en una pequeña jaula invisible en un punto que se escapa de mi anatomía...Anhelo una libertad que ahora no tengo. Uno es libre cuando se despoja de todo aquello que lo acompaña. No quiero llegar a tanto, pero de lo que no hay dudas es que estoy muy lejos de eso también. Dicen que tengo ojos de árabe, yo creo que es la mirda marcada por esa nostalgia de lo imposible. De mi boca quieren escapar vocablos del sentimiento, que resultan incoherentes, y que, como no les encuentro compañeros, tengo que cerrar mi boca para que no se pierdan en vano. Envidio a todos esos artistas que son capaces de expresar lo que sienten o lo que llegan a encontrar cuando buscan en sus sentimientos, en su ser, y plasmarlo con toda nitidez en lienzos, partituras, películas, fotografías, etc: nuestra alma hecha realidad. Me veo en el espejo y me cuesta saber quién soy, qué quiero. Siempre parece que elijo el camino complicado, el complejo y con más perspectiva abrupta. Sin embargo, lo que deseo e sla simplicidad, y no la encuentro. Quizás sea más bien que, aunque todo me indique con grandes señales luminosas qué camino es el más asequible, yo acabo escogiendo el otro, el que no tiene iluminación, ni asfalto ni nada que me acomode el trayecto. Siempre pensé que lo complicado reporta ventajas al final del viaje. Lo sigo pensando, pero mis pies están lelnos de llagas, mi cuerpo tiene sed, me siento totalmente fatigado y no me veo con fuerzas para escoger otra vez el camino de la amargura.