Humedad

Se dispone a fregar los platos; mientras, él recoge la mesa. Llena el baño, pone el lavavajillas...lo prepara todo y se coloca. Con el primer plato en la mano, él se acerca cual felino, por detrás, y le recoge el pelo hacia un lado. Nota que su cuello quedó al descubierto. Él se acerca más, tanto, que el aire tiene que bordearlos para cruzar la habitación. Se pega a ella cuerpo con cuerpo, a propósito. Lo hace para que note su sexo. Y ella lo nota...y se pone nerviosa. El plato sigue sin fregarse. Desliza las manos sobre los brazos de ella y se sumergen juntos en el agua jabonosa. Él respira muy cerca de su oreja. De vez en cuando, la respiración roza graciosamente su cuello. Sabe muy bien lo que quiere. Le gusta que lo quiera. Deja que lo haga. La tibieza del agua comienza a desaparecer para dejar paso a un agua más fría, cuando la comparas con la temperatura de sus cuerpos. La mano mojada de él sube hasta el cuello, donde se desliza con facilidad por el jabón. Algunos pelos quedan pegados a la piel por el agua. La húmeda mano baja hacia los pechos cubiertos por la fina y suave tela. Deja escapar un pequeño esbozo de placer. Lo hace para excitarle más...para excitarse más ella misma...Él surca los mares de su cuerpo. La ropa acaba empapada, pegada a la silueta de la mujer. Él le sube el vestido, sólo para poder bajarle las bragas...y la humedad roza...acaricia...besa...a la humedad.