Semana del color: VERDE

La hierba es fresca, húmeda, jóven...como la pareja que por ella se retoza. Sus vaqueros ahora no entienden de lo que se supone que es una "presencia" correcta y mucho menos se acuerdan de una de tantas fráses míticas que más tarde recitará una frustrada madre: "¡con lo mal que se quitan estas manchas verdes!". Sus cuerpos dan vueltas sobre una cama natural, y mientras los puritanos se avergüenzan y se tornan de color verde por el mareo que les provoca tal contemplación de una "muestra clara de la desfachatez juvenil de estos tiempos", ellos no piensan en N-A-D-A. Ahora no es el momento de pensar.

Tras un largo periodo de magreos de cortesía, y el consecuente sufrimiento a que se someten dichos reos del amor por no poder avanzar más en su juego sexual, se levantan, se preparan las alborotadas ropas y se despiden.

Cada uno coge un camino distinto, sus casas están diametralmente opuestas y ya llegan lo suficientemente tarde. En sus respectivas soledades, cada uno urde una verde esperanza diferente. Ella suspira por ese chico de cuarto "taaaaaaan guapo, jo, ¡qué fuerte!". Él se recrea en los apetecibles pechos de "la chica que está más buena de todo el insti". Los frondosos árboles se mecen bailando al unísono con los jóvenes.

Y desde un banco resguardado de curiosas miradas, un viejecito piensa para sí: "¡Pero qué verdes están!"