Imágenes en las nubes

- ¿Viste?, ésa parece un ojo de mujer cerrado.
- ¡Ala, es verdad!...¿Cómo te fijas en esas cosas?
- No sé, miro y veo, no hay más. hay que trabajar un poco al principio, pero luego sale solo. La Naturaleza está plagada de arte, cada rincón puede ser un pequeño lienzo...
- Oooooh, ¡qué bonitoooo, qué poéeeetico! - ironizó con una muesca
- ¡Vete al peo! ¡No te burles de mí!

Jugueteaban a ser románticos y duros a la par. No se podían conceder ni un atisbo de debilidad, ya habían pasado por muchas. Ele siempre había sido mucho más romántico, sensible y detallista. A veces no sabía muy bien si Erre se burlaba de él o si estaba tan enganchada como él de ella. Se sentía claramente unido a ella, a pesar de ser tan diferentes, y ahora, desde la ventana, mientras ella seguía escudriñando el cielo en busca de más imágenes, él la contemplaba. El rostro eborario deseado por cualquier cazador de marfil. Tenía unos ojos preciosos, tallados en porcelona, que en ella desbordaban una energía invisible.

- ¿Qué? - preguntó sonriente Erre al darse cuenta de la fija mirada de Ele.

Sin mediar palabra, sostuvo firme una mano sobre el delicado cuello de Erre, otra acarició su mejilla y la besó como quien roba un beso prohibido. Ella se dejó hacer. Las nubes, que antes mostraban falsos lagos o dragones, dejaron de regalar figuras, porque ya nadie las miraba, y volvieron con parsimonia a ser lo que eran.