Abrázame

"Ven aquí" le dijo mientras extendía sus brazos, ofreciéndole un cobijo en donde siempre se sentiría segura. Y según se iba venciendo la distancia que les separaba, sus ojos se iban cerrando, como preparándose para captar toda la esencia de la energía que iba a recibir.

Sus brazos eran delgados, aniñados podríamos decir. Sin embargo, ella se sentía segura entre ellos. Nada podía pasarle mientras estuviese arropada por ellos. El mundo pasaba a su alrededor, con una velocidad distinta, y no sabía decir si era más rápido o más despacio.


"Shhhh, ya está, todo pasó, quédate tranquila"


Y, aunque parezca mentira, de sus ojos tan cerrados que ni un haz de luz podía llegar a pasar, una lágrima surgió y realizó el viaje de su vida: toda una fina mejilla, a la cual, le regaló un brillo onírico.


"¿Por qué lloras?" "De alegría"


Tras estos tres segundos de conversación, el abrazó continuó, más prolongado aún, más fuerte si cabe. Ella comprendió que, cuando el tiempo dejaba de existir a su lado, la felicidad se hacía un hueco en su corazón; y, con el fuego que siempre le acompañaba, calentaba todas las salas, haciendo que el invierno que justo acaba de pasar no tuviera más efecto sobre ella. Mientras tanto, una sonrisa se abrió paso por el pecho que la protegía.