Cuatro elementos: Aire

Hoy, al abrir la ventana, la brisa acarició mi mejilla. Me recreo en la, quizás empalagosa, idea de que éste mismo aire es el que, no hace mucho atrás, besó tu cuerpo. Te echo de menos. Recuerdo instantes de belleza. Una habitación cerrada, un aire cargado. Cada exhalación, cada goce, cada gota de sudor evaporada empaña aún más el cristal frío de la ventana. El cuarto, guardián de innumerables secretos, pesa al respirar...Añoro lo agradable de tu risa, el sabor de tu piel...Mi lengua recorre un país queratinizado, con una búsqueda constante. Dejo rastros sobre tu cuerpo, pistas a seguir hacia lo más deseado. Después, mi soplido se deja guiar por donde mi lengua surcó tu mar. Una oleada de frescor dejada tras mi caricia airosa eriza tu piel...fffuuuu viajo por el paisaje firme de tu rodilla...fffuuuu me deslizo por el tobogán de tu cuello...fffuuuu marco con mi aire el nexo entre tus senos y el ombligo de tu vientre...fffuuuu acaricio con mi soplido una ingle inquieta...Recuerdo abrir allí también la ventana. El aire fresco entró apresuradamente, ocupando ansioso el hueco que dejaba el aire cálido al huir. Mi piel respondía al nuevo invitado y agradecía el regalo tras la maravillosa agonía de sudor.