Paradógicamente bueno (Capítulo 1)

Hacía más de media hora que la mochila de color negro yacía sobre el suelo junto a la pared. La estación estaba desierta. El viejo la miraba pensativo durante un instante en su soledad y rápidamente revisaba el resto de la estación por si se percataba de alguien más en ella, por si alguien más le estaba mirando o era el propietario de la mochila. Tras repetir la acción unas seis veces, soltó el diario gratuito que había recogido nada más entrar y decidió hacerse de dicha mochila. Con cada paso tembloroso de unas piernas ya débiles desde hacía años, sentía cómo una emoción le embargaba. Todos los días, desde la muerte de la que fue su pareja, pero nunca su amante, iba a la estación. Dejaba que el tiempo le fuese arrebatando segundos de su vida, mientras contemplaba al resto del mundo a toda velocidad. Nadie se daba cuenta de su presencia, a nadie le importaba, no era nada para nadie ya...Un paso más, una energía vivaz le comía por dentro. ¿Qué sería lo que escondía esta mochila?¿Qué secretos guardaba? Estaba eufórico por la idea de descubrir algo nuevo, esa incertidumbre voyeur por observar lo de otros. Apresó el objeto codiciado, se lo clavó directamente bajo el brazo, y salía caminando a tal velocidad que parecía imposible que se tratasen de las mismas piernas de justo unas horas antes. Llegó, lógicamente, más rápido que nunca a su humilde piso. Era un pequeño estudio en una primera planta que podía permitirse pagar gracias a las ayudas del Estado y una pequeña suma de dinero herededa de su familia. Casi ni pudo abrir la puerta por el temblor continuo de una mano que de por sí ya temblaba, sin necesidad de ningun estado alterado. Cerró con ímpetu la puerta y se dirigió sin vacilar hacia el salón donde abriría, cual cerdo en canal, al guardián del secreto. Dejó la mochila sobre la destartalada mesa, que llevaba uno de esos mandiles de plástico y con un colorido apagado por el paso del tiempo. Cuando parecía decidido a abrirlo, algo fue directamente a su sensación del miedo...¿y si la mochila se trataba de algo más siniestro?¿Y si resultaba ser una de esas bombas que ponían los terroristas? Él era viejo y le quedaban no muchos más años, sobre todo si seguía con la vida monótona e insípida que llevaba, aún así no quería abandonar la vida de forma tan brusca...y llegó la compañera duda...y no sabía qué hacer.

2 comentarios:

Isra dijo...

q la abra q la abra! jejeje

noto la músiquilla de tensión in crescendo...

Verònica dijo...

y que pasò despues!!?? por suerte veo que ya està sobre este post el capitulo dos...
atrapante... veamos que màs depara la imaginaciòn de Josito, beso, Vero.