Apareció sin más. mirando a la gran sala; parecía asustada. Era menuda y, sin embargo, en ella se podía ver toda una fuerza indescriptible: un pasado impactante y una lucha constante. Me sentí maravillado al verla entrar, despertándome de una larga noche de insomnio deseado. Un cinto anaranjado, del mismo color de su vestido, cubría sus rizos azabaches, de esos que sólo se pueden ver en aquellos que nacieron en nuestra África más indómita. Surgió de detrás del muro, ella sola, mirando a un auditorio que la desconocía, el mismo día en el que más tarde haría su exposición.
A la hora de su presentación la calificaron fundamentalmente de "mujer vital, rebosante de energía". Su nombre: Mrs. Isabella I. Mbai, directora y profesora del Departamento de las Ciencias de Enfermería, en la Escuela de Medicina de la Universidad de Moi (Eldoret, Kenia). Su semblante rebosaba tranquilidad. Su discurso nos sorprendió a todos. Nos hizo a levantarnos a todos y liberar una vitalidad humanista: "el brazo hacia arriba, hacia un lado, hacia el otro...ahora bailamos así" (y simuló hacer una pequeña danza africana)..."gritad todos juntos: Kenia! Kenia! Kenia!"...(empezó a reir)..."un aplauso para todos ustedes, muchas gracias por su energía!". El auditorio, estupefacto, despertó con una sonrisa brillante de su letargo. Sin duda nos demostró la vitalidad necesaria para la cooperación al desarrollo. Lo que llegó después en su conferencia vino a ser las mismas necesidades que podíamos observar en los demás países africanos que acudieron al Encuentro. No sería justo destacar la suya, porque todas son realmente importantes. Lo que sin duda cabe remarcar es lo tremendamente necesario de mujeres como Isabelle en este mundo dicotómico tan deshumanizado y humanizado a la vez.
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