
Vivo ensimismado en la posibilidad de engañar, de hecho es un recurso que he utilizado en algunas ocasiones, sobre todo si quería evitar algún daño (del tipo que fuese). Sé que resulta hipócrita abogar a la integridad de la verdad cuando ésta se tiene que exponer ante ti, pero correr un tupido velo cuando soy yo el que la tiene que exponer. Nos creemos en la posición perfecta de saber lo que se tiene que decir o no.
Creo que no tendría que decirle nada, en fin, ¿yo hago lo mismo, no? ¿Pero y si todo es un claro síntoma de una ruptura inminente? Esta incertidumbre es simplemente agobiante. Por un lado la idea de solventar esto de inmediato pese a las consecuencias me atrae (pero que mucho), pero en contraposición pienso que lo más sensato sería dejarlo pasar...
Mis pensamientos quedan interrumpidos cuando me percato de que la copa de vino, ya no es una copa de vino sino sólo una copa manchada con un color rosáceo en el fondo de la misma, y cuando el cigarrillo no es más un cigarrillo sino más bien una pre-colilla. El humo va desapareciendo, al igual que mis pensamientos. Y al mismo tiempo que adopto como solución más idónea la de dejarlo pasar, sin saber cómo, la melena roja de mi compañera de trabajo despierta una sensación interna de júbilo, excitación y deseo... En fin, mañana creo que me tomaré una copa cuando salga del trabajo...