Partiendo del hecho por el cual la realidad que observamos no es más que una interpretación electrofisiológica de nuestro cerebro; ¿cómo podemos creer tener la razón? ¿Cómo podemos estar seguros de lo que nos pasa? ¿Lo que sentimos es real o simplemente una emoción pasajera de un cerebro condicionado?
Lo que vivimos es lo que vemos desde nuestras gafas particulares, únicas en el mundo. Mi visión de mí no coincide con la que la gente tiene de mí. La visión que tengo de la gente, no es la misma que la que tiene la gente para si misma. Hoy puedo sentir, experimetar, vivir indescriptibles convulsiones emotivas que recorran cada palmo de mi, no tan aterciopelada, piel. Mañana quizás vea el mundo desde otra perspectiva, muy diferentes ambas, tanto la de hoy como la de mañana, de la que vi ayer.
Camino por el mundo dejando que las cosas pasen ante mí sin pararme demasiado a ver desde mi prisma, porque puede ser que lo que vea no esté realmente nítido, o la imagen que se me muestre esté en realidad deformada. No hay absolutamente nada que no sea relativo.
Es enormemente difícil quitarse la visión egocéntrica (sin connotación negativa) y acercarse al referente de la otra persona. ¿Cómo podemos ver lo que ven los demás? Yo me veo a mí, lo que pienso, lo que siento, lo que creo. No es lo que piensa, lo que siente o lo que cree el otro. ¿O tal vez si? ¿Sólo vivo yo este amor eterno? Es verdad que nuestro prisma es único en el mundo, pero dudo que no haya muchos otros de caras igualmente articuladas y pulidas como el nuestro.
De todos modos lo que estoy escribiendo ahora mismo es desde mi perspectiva adormilada de quien necesita algo mucho más espiritual que unas simples vacaciones. Puede que nuestro prisma particular esté algo empañado. Sea lo que sea, lo que vemos es lo que creemos, pero debemos estar atentos y evitar que nuestros ojos no nos estén engañando.
Buenas noches, déjense llevar por mi amigo Morfeo, tan necesario como pesado según el momento.
Lo que vivimos es lo que vemos desde nuestras gafas particulares, únicas en el mundo. Mi visión de mí no coincide con la que la gente tiene de mí. La visión que tengo de la gente, no es la misma que la que tiene la gente para si misma. Hoy puedo sentir, experimetar, vivir indescriptibles convulsiones emotivas que recorran cada palmo de mi, no tan aterciopelada, piel. Mañana quizás vea el mundo desde otra perspectiva, muy diferentes ambas, tanto la de hoy como la de mañana, de la que vi ayer.
Camino por el mundo dejando que las cosas pasen ante mí sin pararme demasiado a ver desde mi prisma, porque puede ser que lo que vea no esté realmente nítido, o la imagen que se me muestre esté en realidad deformada. No hay absolutamente nada que no sea relativo.
Es enormemente difícil quitarse la visión egocéntrica (sin connotación negativa) y acercarse al referente de la otra persona. ¿Cómo podemos ver lo que ven los demás? Yo me veo a mí, lo que pienso, lo que siento, lo que creo. No es lo que piensa, lo que siente o lo que cree el otro. ¿O tal vez si? ¿Sólo vivo yo este amor eterno? Es verdad que nuestro prisma es único en el mundo, pero dudo que no haya muchos otros de caras igualmente articuladas y pulidas como el nuestro.
De todos modos lo que estoy escribiendo ahora mismo es desde mi perspectiva adormilada de quien necesita algo mucho más espiritual que unas simples vacaciones. Puede que nuestro prisma particular esté algo empañado. Sea lo que sea, lo que vemos es lo que creemos, pero debemos estar atentos y evitar que nuestros ojos no nos estén engañando.
Buenas noches, déjense llevar por mi amigo Morfeo, tan necesario como pesado según el momento.