
Hablando de robar, justo ayer, de camino a la Feria del Libro, un señor pilló a unas carteristas en plena acción. Mi brazo quiso interponerse en la trayectoria que trazaban las mismas. Lo hizo, pero no bastó para pararlas, así que al final se quedaron lanzando "improperios" (me encanta la palabra) desde fuera del vagón. Me jode enormemente tener que desconfiar de las personas, pero muchas veces te obligan a ello. El señor "Hurtado" (un mal juego de palabras) era un hombre argentino que justo el mismo día volvía a su país...suerte que las "manos finas" fueron pilladas a tiempo. En fin, menuda putada hubiera sido si se hubiese quedado en tierra por culpa de 20 o 30 euros, que es lo que tenía en la cartera.
Por otra parte, durante mi silencio blogueril, me he llenado de optimismo a nivel profesional, que no es poco. No tengo dudas, me encanta dar clases, aunque acabe afónico y odiando a los niños (mentira, los quiero más que nunca). Creo en la Educación con mayúsculas, como base de absolutamente todo. Lo creo tan firmemente que, en mi opinión, es la única solución para que el mundo no acabe destruyéndose a sí mismo. La verdadera educación evita conflictos, guerras y prepara al pueblo para no ser engañado o manipulado, prepara a los agricultores, limpiadores, abogados, filósofos, polícias, carniceros...a ser ante todo verdaderos humanos. Creo, no con total seguridad pues habría que reestructurarlo todo, en la re-educación de los presos y en la re-educación de nuestra cultura, cuya escala de valores suele dañar más que sanar. Es por ello que me pregunto si los ladrones van a existir siempre, incluso si alcanzásemos el nivel máximo de educación ciudadana...