Me gusta cómo suena la tierra seca según voy caminando. Sólo hay un silencio que se rompe al crujido de cada uno de mis pasos. Entre crujido y crujido, pensamientos. Todos ellos encaminados a ti. ¿Cuándo llegaré? ¿Cuándo llegaré a ti?
Estoy tan cerca, que hasta soy capaz de sentir tu aliento rompiendo frente a mis labios; tan cerca que tu calor entra en mi, por mis poros y me abraza; tan cerca que perdí la capacidad de indetificar qué nos separa: donde yo empiezo tú acabas, donde yo acabo tú empiezas; estoy tan cerca...pero todavía no te toco. Mi corazón va a explotar. Mi respiración es entrecortada...vete de mí, pero no te alejes, quiero verte caminar. Si subo por tu tobillo comienzo a marearme, puede ser que sea demasiada altura para mí. Aún así, este mareo es sensacional...
Si no te tengo, te deseo en la distancia; si estás cerca prefiero que te vayas, porque sufro al no tocarte...Este sufrimiento es tan adictivo. Se te mete tan adentro, sin saber cómo ni cuándo. Sólo notas que está dentro de ti, creciendo creciendo creciendo, ocupando todo tu ser. Inspiro, y él inspira conmigo.
Ya no soy yo. Mañana tú liberarás al chico que un día quisiste, comenzará en el momento en el que por fin moldee tu cuerpo. Tu cuerpo dibujará el puente entre las sábanas con el que tanto soñé despierto. Hoy estoy muy cerca de ti, mañana ya estaré instalado en tu corazón.
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